miércoles, 23 de febrero de 2011

“Tradición y cultura del pulque en la ciudad de México”.



Durante los últimos años, en la ciudad de México, los jóvenes han mostrado un mayor gusto e interés por el pulque, bebida alcohólica tradicional de esta ciudad desde antes de la conquista. Es por esto, que ha surgido el interés en mí de saber más sobre la tradición y la cultura del pulque en la ciudad de México.
               
Dejando atrás todo aquello que se del pulque, comenzare desde cero, para conocer todo aquello que esta detrás de la tradición, la cultura y la preparación de esta enigmática bebida.  Antes de investigar todas aquellas formalidades relacionadas con el pulque, mi primera parada obligatoria es evidentemente una pulquería.


1. La hija del apache.

Mi trabajo de campo para conocer todo lo que hay detrás de la tradición del pulque en la ciudad de México, me lleva por las clásicas calles de la colonia doctores, cerca del metro Cuauhtémoc, a una tradicional pulquería llamada “La hija del Apache”. Desde antes de llegar se comienza a vislumbrar la afluencia de muchos jóvenes, principalmente “rastas”, “rockeros” y “pandrosos”, hacia dicha pulquería. En las afueras del establecimiento muchos jóvenes esperan la entrada o fuman un cigarro; desde ese momento se hace evidente la popularidad de las pulquerías entre los jóvenes del Distrito Federal.

Desde la entrada, el encargado de esta nos advierte que ya no hay ninguna mesa disponible, por lo que tendremos que estar parados,  nos revisa la identificación y no deja pasar. Luego luego entrando, no solo es evidente que no hay mesas disponibles, sino que el lugar esta repleto. Con pocos minutos de estar allí, el calor humano  de alrededor de cien personas se deja sentir, no puedes ignorar el aserrín esparcido por todo el piso y el olor a alcohol comienza a inundarte.

La pulquería esta adornada con fotografías, poster, cuadros y caricaturas, que representan tanto a la pulquería a través del tiempo, como el estilo de  vida de los mexicanos en tiempos de antaño.

Entre gritos, empujones y apretones, cerca de la barra se puede contemplar un letrero que muestra los sabores y precios del día, pulque natural y curado de sabor piña, mamey, avena, maracuyá y fresas con crema. Como todo buen lugar de la ciudad, fueron necesarios unos cuantos gritos y empujones para que el hombre de la barra tomara mi orden. Yo pedí un pulque natural y mi acompañante un pulque curado de avena. Los pulques son servidos en tarros.

Ya con el tarro en la mano, pudimos encontrar un lugar para sentarnos sobre una tarima a uno de los extremos del local, una vez sentado y más cómodo, pude apreciar la música que provenía de una rocoloa rodeada por muchos jóvenes, que esperaban encontrar sus canciones preferidas. Algunos jóvenes bailaban, contaban, platicaban o simplemente disfrutaban de un pulque bien frio.

Desde el primer trago de pulque natural, se percibe una consistencia bastante viscosa y espesa, un olor fuerte y penetrante, un sabor agrio y fermentado. Poco a poco mi boca se comienza a acostumbrar a su sabor, después de un rato el pulque sabe de lo mejor. El pulque curado, en ente caso de avena, va acompañado de canela, se percibe la misma consistencia que el natural, pero con un olor menos fuerte; el sabor es un poco agrio, pero de lo mejor. Con solo unos pocos tragos de esta bebida, el cuerpo comienza a calentarse y el estomago a inflarse.

Conforme transcurre el tiempo, al lugar van llegando cada vez más jóvenes, deseosos de un buen pulque y un poco de relajo. El calor es cada vez más pesado, todo mundo suda, pero sin duda todos están pasando un buen rato. Después de algunos cuantos tarros de pulque, me doy cuneta porque a nosotros los jóvenes, nos gusta tanto el pulque, ya que produce un efecto, tanto mental como físico bastante agradable. También me doy cuneta que ya es hora de abandonar la pulquería, pues no estoy en las condiciones ideales para el presente relato.



 

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